Monumento a la
Memoria y la Verdad: Dedicado a las víctimas de violaciones a los derechos
humanos durante el período de los años setenta a los noventa en El Salvador.
Se estima que la
guerra dejó un saldo de 75 000 muertos, en su mayoría civiles. Si se tiene en
cuenta que en la década de 1980 la población de El Salvador rondaba los 4,5
millones de habitantes, ello equivale a decir que casi el 2 % de la población
perdió la vida en el conflicto. Decenas de miles de personas resultaron heridas
físicamente (como consecuencia de armas de fuego, explosiones, minas
antipersonales, etc.) y miles de ellos quedaron con mutilaciones que los
incapacitaron de por vida. Miles, también, resultaron con graves secuelas
psicológicas (si se tiene en cuenta las violaciones a las que fueron sometidas
incontables mujeres y las torturas y vejaciones que padecieron otros tantos
hombres). Numerosos niños quedaron huérfanos de padre, madre, o ambos.
Los daños
materiales fueron cuantiosos. Puentes, carreteras, torres de transmisión
eléctrica, etc. resultaron destruidos o severamente dañados; la fuga de capitales,
y la retirada del país o el cierre de innumerables empresas hizo que la
economía del país se estancara durante más de una década. La reconstrucción de
la infraestructura se ha prolongado hasta la actualidad.
Desde el punto
de vista social, el costo también ha sido muy alto. La desmovilización de los
excombatientes y su reinserción a la vida civil han sido una dura labor que aún
continúa. Como consecuencia de la guerra, quedaron en manos de la población
civil miles de armas de fuego, lo cual propició el surgimiento de las pandillas
de jóvenes y adultos denominadas maras, dedicadas a la delincuencia y al
tráfico de drogas, y que han hecho de El Salvador uno de los países (con
ausencia de guerra) más violentos del mundo. Por otro lado, cerca de 500 000 salvadoreños
se vieron obligados a abandonar el país. La mayoría se radicó en el estado
norteamericano de California, donde los emigrados y sus descendientes se han
convertido en una importante fuerza económico-laboral, y las remesas de dinero
que envían a sus familiares en El Salvador se han transformado en uno de los
principales motores de la economía nacional.
Desde el punto
de vista político, el país se democratizó. Desde el final de la guerra civil
hasta ahora, todas las elecciones realizadas en El Salvador han sido
cuidadosamente monitorizadas por la ONU y otros organismos internacionales, a
fin de asegurar la transparencia de los comicios. Las nuevas instituciones
creadas como producto de los acuerdos de paz (Procuraduría de los Derechos
Humanos, Policía Nacional Civil de El Salvador, etc.) garantizan el buen
funcionamiento del sistema político, y procuran preservar a todos los sectores
de la sociedad. No obstante, todo ello, la guerra ha dejado una gran
polarización y resentimiento en la sociedad salvadoreña
No hay comentarios.:
Publicar un comentario